jueves, 1 de abril de 2010

PREGONEROS

En el antiguo Perú no se necesitaba de un reloj para saber a qué hora pasaban las viandas, los vendedores, quiénes eran y qué aspecto tenían.

Eran diecisiete las horas, y todo arrancaba a partir de las seis de la mañana, pasaban las lecheras, que eran por lo general indias que traían la leche fresca de los lugares distantes montadas en una mula y pregonaban así:

“Leche purita, leche sabrosa, de la borrosa vaquita¡Jazmín y rosa! Leche purita de chocolate, bate que bate pura espumita”

Y a las siete pues era la hora de la tisanera, según lo que relatan, una negra vieja y gorda que sobre su cabeza cargaba una enorme canasta donde llevaban las ollas de barro con sus tisanas y pregonaba así:
“La tisanera se vaaa, tazaaaanaaa conieeeve”
A las ocho de la mañana llegaba el panadero, también a lomo de mula. Pero ojo, no era un “vendedor de pan” ya que ello se hacía solo en las panaderías, él era un “repartidor”.
A las nueve de la mañana llegaba el aguador (repartidor de agua), sin él sí que hubiese sufrido la ciudad, no? Generalmente, era negro o zambo y su pregonar era así:
“Del aguador cuando el burro estaba cansado, ¡ay! Andá durico, andá. Andá vivo y dirigente. Métase usted a presidente, sino quiere trabajá”
Ya eran la diez y era hora de la “tamalera” (vendedora de tamales de maíz).
“Canta el maíz a las diez. De los andes ha bajado, y en su largo recorrido, encontró su hogar perdido en las hojas de un banano.Una pita de totora, la amarró sin compasión,convirtiéndolo en tamal.A pesar del mestizaje y su traje tropical,el maíz fue generoso y es el mismo tamalero. Cuando pregone otra vez con el nieto del maíz traerá humitas a las diez”
Y pues a las once aparecían los pescadores, a las doce la frutera que, generalmente, era negra y, a esa misma hora, también se ofrecían las empanadas de picadillo.
A la una de la tarde se ofrecía el “ante con ante”:
“Por eso a la una las callesse alegran con vivos pregonesy por las esquinas en sendos peroles las viejas maestras advierten a gritosque el dulce llegó oliendo a canela y a clavo de olor,arrocito blanco ¡ahora!Con leche pura mezclado ¡arroz con leche!Para servirle señora ante con ante tuntunaYa pasó la misa de una”
Y a las dos de la tarde llegaba el bizcochero, por lo general era un indio o zambo. También era únicamente repartidor, al igual que el panadero, para incrementar sus ganancias, y creó el juego de la “Mosquita”.
“El bizcochero y sus moscas, llegan para dar las dos.Con su grito los chiquillos, se agolpan alborotadosY eligen alguna mosca que por la suerte o la mañatraiga la felicidad.Si el niño elige un bizcocho donde una mosca se posaLa pastosa maravilla, será de su propiedadSin saberlo el bizcochero, ha forjado una
amistadNiños y mosca unidos, dulce solidaridad
Y así pasando las horas a las tres de la tarde se aparecía la vendedora de aves, pavos, gallinas y patos.A las cuatro, el vendedor de Pisco y Aguardiente.
A las cinco, la mixturera, vendiendo unas lindas flores, llenando de fragancia, transportándonos a un mundo de esplendores.
A las seis se juntaban el sereno con el quesero.
A las siete la mazamorrera, a las ocho el heladero, a las nueve el viejo sacristán que salía a pedir limosna y se juntaba con el vendedor de un dulde que hasta el día de hoy lo encontramos en Lima (con pregonero incluido) la famosas rosquitas llamadas “revolución caliente”, y decía así:
“Revolución caliente, música para los dientes,azúcar clavo y canela, para rechinar las muelas”
Y a las diez...pues aparecía el sereno en las esquinas, hora de apagar los faroles y de avisar que ya la gente tenía que ir a descansar y pregonar lo siguiente:
“Avemaría purísimalas diez han dadoviva el Perú y sereno”
De todo esto ahora sólo nos quedan los recuerdos...añoranzas del pasado que ya no volverán, esas grandes comilonas, esos dulces de convento, y el pito del sereno llamándonos a descansar.

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